Tú eres mi refugio; me guardarás de angustia: con cánticos de liberación me rodearás.
Salmo 32. 7
La experiencia de un joven, escribió esto:
La música para mí es muy importante; me hace sentir vivo, me da felicidad, paz, tranquilidad.
Pero hay muchos tipos de música, y como toda música - dependiendo de quién viene, y para quien va - trasmite distintos sentimientos y sensaciones.
Yo en mi vida tuve muchos tipos de problemas; los más grandes fueron adicciones al alcohol, a la marihuana, y a todo tipo de pastillas.
Hasta que un día fue diferente, un día se acercó Dios a mi vida, porque así lo sentí.
Yo lo conocía desde la cuna, pero por situaciones y malas decisiones, me aleje de Él.
Desde pequeño me junte con gente de mayor edad, por lo tanto fui más maduro que los chicos de mi edad.
Esto me llevó a hacer cosas, que para ser sincero, recién a los 18 años tendría que estar empezando a hacer.
A mis 16 años, un 5 de mayo del 2013 para ser exacto, en una sobredosis de ácido sentí que el mundo se me venía más abajo de lo que ya estaba; No tenía donde cubrirme, ni en quién apoyarme; porque yo mismo levanté esa distancia a mi alrededor; no sentía cariño, ni seguridad de ningún lado.
Mis padres estaban, pero por mis actitudes y mi adicción, sentía esa indiferencia hacia mí.
Ese 5 de mayo, fue el día más largo de mi vida.
Pánico, desesperación, tristeza, bronca, miedo, se apoderaron de mí.
Estaba en la casa de unas amigas, a unas treinta cuadras de mi casa.
Cuando sentí una desesperación singular:
¡Necesitaba a mis padres!
Aaaa ellos están separados.
Urgente agarre mi patineta, y comencé a patear lo más fuerte que podía; nada me detenía, nada se interponía sólo quería llegar.
Cuando llegué a la casa de mi madre, y al ver que ella no estaba mi desesperación aumento cinco veces más.
¡No sabía que hacer!
Agarré mi patineta nuevamente, y esta vez, rumbo a la casa de mi padre que quedaba a quince cuadras de distancia.
Las lágrimas me acompañaban al ritmo de mi patineta.
Finalmente cuando llegué a la casa de mi padre, sequé mis ojos y traté de tomar una actitud normal, lo menos sospechosa posible.
Toque su puerta, y él, como no me esperaba se sorprendió; me hizo pasar, obviamente se dio cuenta que algo estaba mal.
Él se tenía que ir a trabajar así que me bendijo; me dijo que lo esperara a la tarde, cerró la puerta y se marchó.
Yo desesperado; y como no sabía qué hacer, me acosté.
En mi cabeza decía:
- ¿Qué hago ahora?
- ¿Qué hago?
- ¡No quiero más esto!
Rápidamente y sin darme cuenta, comencé a hablar, a orar a Dios.
Le pedía a gritos en mi interior, que por favor me saque de esta situación.
Que me perdonara, que me cuidara.
No habrá pasado dos minutos,cuando me dormí profundamente.
Me desperté a las 11 de la noche, mi padre todavía no había llegado del trabajo, pero ya estaba más tranquilo, ya estaba bien, como si nada hubiera pasado.
Agradecí a Dios con un nuevo grito en mi cabeza, y ahí comenzó todo.
Este sólo era el principio de un cambio rotundo en mi vida.
Le pedí ayuda a mis padres y perdón, porque los iba a necesitar mucho.
Esto, no iba a ser fácil, y yo lo sabía perfectamente.
A mí siempre me gustó la música, pero la veía como algo más; algo que no movía nada, y mucho menos que cambiara algo.
Recibí mucha ayuda de mis padres; pero lo que realmente me ayudó, fue adorar a Dios con música.
Cuando me venían los ataques de pánico y ansiedad, a causa de todo lo que consumí en mi corta vida, lo único que me calmaba era: la música.
Ahí es, cuando empecé a ver la música de una forma distinta.
Cuando escuchaba canciones bien intencionadas, me causaba paz.
Pero cuando escuchaba canciones (por así decirlo "oscuras") los ataques volvían con mucha más fuerza.
Yo creo que la música mueve demasiado, tanto que puede cambiar al mundo.
Solo les aconsejo escuchar con prudencia, investigar que música debo oír, porque no todo es una melodía bonita, detrás de esa melodía hay muchas otras cosas.
A mí, personalmente es lo que me ayudó a cambiar, a ser más consciente de lo que hacía.
Gracias a Dios y a la música, hoy ya tengo más de tres años y medio sin tocar marihuana; sin tocar nada relacionado a las drogas, porque Él cumplió mi deseo.
Mi deseo, desde ese día, era que me diera asco, repugnancia, miedo.
¡todo eso junto!
Porque la droga no hace nada bien, lo único que hace es debilitarte, y hacerte creer al mismo tiempo que sos fuerte, y que la temes más clara que todos.
Hoy puedo decir: ¡Gracias papá Dios por la música, y por tanto amor!
Este testimonio es de Elías Herrera.
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Pastor Marcelo Avila
Disertante Motivacional
Gestores de Paz
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