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Fe Sencilla

UNA FE SENCILLA
El pastor principal, de una pequeña congregación, reunió a los nuevos creyentes frente al altar, y les entregó un pequeño frasco con aceite de oliva.
Les refirió lo importante de ungir a los enfermos, e imponer las manos sobre ellos. 
Les dio la tarea de hacerlo, y los despidió a sus hogares.
A la mañana siguiente, el director del hospital cercano, llamó al pastor para que se presentara con urgencia a su oficina.
Juan, uno de sus miembros, había llegado al nosocomio, y se había hecho a la tarea del ungimiento; comenzó desde el cuarto y último piso, pero lograron detenerlo cuando iba terminando de recorrer el segundo.
Juan, entró acompañado por dos guardias de seguridad a la oficina, donde ya estaban hablando el director del hospital y el pastor.

– Pero, ¿Qué pasó hermano? 
¿Cómo es que sucedió esto? 
¿Está consciente de lo que acaba de hacer? - preguntó el pastor. 
Juan dijo apenado: 
– Discúlpeme pastor, realmente lo siento mucho… es qué no pude ungir a todos, porque se me terminó el aceite. –
Sorprendidos por la respuesta de Juan, quedaron impávidos. 
Juan no había dejado cama sin ungir en los pisos de arriba, los que correspondían a la morgue. 
Los muertos habían resucitado, y los enfermos restantes habían sido sanados.


Reflexión:
Cada vez, estoy más convencido, que los nuevos creyentes son un material de fe poderoso en las manos de Dios. 
Ellos no están razonando, ni cuestionando, ni dudan de la Palabra de Dios.
Viven su primer amor con tanta confianza y entrega, que pueden hacer cosas sorprendentes. 
Sólo necesitan escuchar y obedecer, y las cosas, empiezan a darse maravillosamente a su alrededor.

Tristemente también, por alguna razón, nosotros los creyentes “maduros”, hemos perdido esa fe que todo lo cree. 
¡Hemos puesto tantos obstáculos a los retos que el cielo propone!

Que necesitamos más oración...
Que necesitamos más preparación...
Que nuestro testimonio no es lo suficientemente santo...
Que necesitamos credenciales... etc, etc. 
Y mientras tanto...
El mundo sigue padeciendo injusticias, dolores y sin número de males.

Hemos delegado la tarea de todos los creyentes, a unos pocos exclusivos.
A los que llamamos: “ungidos”, “hombres o mujeres de Dios”, “elegidos”, “hombres de fe” etc.
Y en el peor de los casos, “ellos” mismos, han determinado que tienen "derechos reservados" para tales funciones.

La Palabra dice: “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.” Mateo 10:8
Si estamos en la Gracia, y hemos recibido Gracia, este debe ser nuestro natural comportamiento.
Y éstas intervenciones en el mundo natural, no deben ser un hecho aislado, ni algo que nos sorprenda.

El trabajo es sencillo, y no debemos complicarlo.
Sólo se necesita fe a lo que está escrito, y simple obediencia.

Como Juan, hagámonos a la tarea encomendada; el mundo necesita de nuestro simple paso de obediencia. 
No imaginemos nada, ni presumamos los resultados.
Dios es el dueño de los éxitos, que el cielo tendrá, cuando irrumpa poderoso para terminar con las tinieblas.

Dios te bendiga

Pastor Marcelo Avila 
Disertante Motivacional


Gestores de Paz

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